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9. El matrimonio

Creemos que Dios instituyó el matrimonio en el Paraíso y lo bendijo y santificó.
“De manera que la institución del matrimonio tiene como su autor al Creador del Universo. … Fue una de las primeras dádivas de Dios al hombre, y es una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó Adán consigo al salir del paraíso.” –Patriarcas y Profetas, pág. 27.
El matrimonio fue instituido:a) para que el hombre y la mujer se ayuden y complementen uno a otro en amor (Génesis 2:18); b) para que se reproduzca la raza humana (Génesis 1:27, 28). 1 Corintios 7:1-9.
El matrimonio es un pacto que debe ser basado en el amor y la fidelidad de por vida entre un hombre y una mujer. Mateo 19:4; Malaquías 2:14 última parte. Dios estableció el matrimonio en los principios de la abnegación, el amor, el aprecio, el respeto, la disposición al sacrificio y la responsabilidad. El hombre fue creado primero; él es el guía natural y soporte de la familia. La esposa debe respetar el liderazgo del esposo, pero éste debe amar a su esposa como Cristo amó a su iglesia, por la cual dio su vida. Efesios 5:23, 25.
El matrimonio verdadero constituye, por lo tanto, una unidad espiritual, mental y corporal: armonía de fe, corazón y cuerpo. La mujer y el hombre forman una carne. Génesis 2:24; Mateo 19:5, 6.
Creemos que los cristianos deben observar el principio de la temperancia, de modo que sus fuerzas físicas y mentales no sean sacrificadas en el altar de la pasión y las bajas concupiscencias carnales. Los consejos dados en este sentido, en la Palabra de Dios, nos indican el camino de la pureza y de una vida agradable al Señor. 1 Tesalonicenses 4:3-5.
Creemos que los miembros de iglesia no deben contraer matrimonio con miembros de otras denominaciones o incrédulos, ya que las Sagradas Escrituras consideran tal matrimonio como pecado. Deuteronomio 7:3, 4, 6; 2 Corintios 6:14, 15.
Creemos que el divorcio no está en conformidad con la voluntad de Dios. Mateo 19:3-9; Marcos 10:9-12; Romanos 7:1-3; 1 Corintios 7:10, 11.
“Entre los judíos se permitía que un hombre repudiase a su mujer por las ofensas más insignificantes, y ella quedaba en libertad para casarse otra vez. Esta costumbre era causa de mucha desgracia y pecado. En el Sermón del Monte, Jesús indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, excepto por infidelidad a los votos matrimoniales. ‘El que repudia a su mujer -dijo él-, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio’ [Mateo 19:9].” –El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 56. Adicionalmente, si los cónyuges se separan o divorcian, deberán permanecer sin casarse hasta que se reconcilien. 1 Corintios 7:10, 11, 39.
El voto matrimonial une “… los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar”. –Joyas de los Testimonios, tomo 1,pág. 577.
Creemos además que el matrimonio debe contraerse ante las autoridades civiles y la iglesia.
Además, todos los que quieren contraer matrimonio, después de mucha meditación y ferviente oración ante Dios, deberían dejarse aconsejar por los padres creyentes y los guías espirituales.

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